lunes, 25 de junio de 2018

Saudade

Domingo, 24 de Junio. Un día que reúne a miles de familias selváticas para celebrar a las orillas del río, la tradicional fiesta de San Juan. Una fecha que es sinónimo de alegría, música, fiesta y sobre todo, mucho juane. Sin embargo, antes de que mi cerebro decidiera que era un buen día para retornar a aquel lugar. Mi cuerpo se había confabulado con la flojera, las excusas y los temores. Había dicho que no, sin rodeos. Pero el corazón terco, las ganas y ese no sé qué, hicieron que me levante de la cama; convencida de que tendría que regresar a mi lugar favorito. Aquel lugar al que no iba hace muchas lunas, porque sabía que ya no te iba a encontrar, porque no sabía cómo iba a reaccionar.
Al llegar, después de varios minutos de viaje; me encontré con ese cielo que tanto me gusta y ese verde infinito que abraza cualquier tristeza. Esa tristeza que pronto se convirtió en melancolía. Esa melancolía que me pintó una sonrisa. Sabía que no sería fácil.
Ya estaba aquí. La abuela me envolvió con un abrazo inmenso, cuando me vio llegar. Mi corazón se quebró en pedacitos y al segundo se reconfortó. En ese instante pensé en ti. Sabía que eras tú, dándome la bienvenida.
Todo está intacto: el árbol, el camino, el río, tu casa y las flores.
Gracias por estar aquí.