martes, 5 de septiembre de 2017

II

Escribo. Al amanecer. Antes, durante y después del café. En las noches de frío y en los veranos más intensos. En algún camino estrecho o en las carreteras más transitadas. A veces en compañía, otras en completa y buscada soledad.
Escribo por necesidad, por pretexto, por pura costumbre. Escribo como escape a mi mundo paralelo. Escribo desde siempre. 
Escribo textos sin finales, canciones sin melodías y chistes sin gracia.
Escribo cuando te extraño, cuando te pienso, cuando vienes, cuando te vas o cuando te quedas. Escribo cuando me miras.
Escribo aunque no tenga nada que contar, aunque las palabras no me quieran acompañar. Escribo, simplemente escribo.